La historia de un líder indígena
AIDESEP, 22 de junio de 2009. Alberto Pizango Chota tiene una larga y sacrificada carrera como persona, trabajador, dirigente y guía espiritual de sus hermanos indígenas: desde su hogar a la comunidad, de ésta a la universidad, de allí a la Federación de Comunidades Nativas Chayawitas, luego a la Coordinadora Regional de Pueblos Indígenas de Alto Amazonas – CORPI SL y finalmente recaló a la presidencia nacional de la AIDESEP.
Sus familiares y coterráneos aseguran que a Alberto nunca le tembló el pulso y jamás dio la espalda a los fuertes problemas y a las contradicciones internas y externas que conlleva el ser un dirigente indígena.
Hijo de don Alberto Pizango (65) y doña Luz Emérita Chota (55), Alberto nació un 31 de agosto de 1964 en Irapay, a orillas del río Paranapura, distrito de Balsapuerto. Pertenece a la etnia shawi del Alto Amazonas.
Casado en la actualidad con Sonia Huiñape Pizango y padre de cinco hijos: Plinio, José Luis, José Carlos, Luis Alberto y Anui Wisuan, que significa caída de agua. Plinio, el mayor, sigue estudios de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y es el único hijo que acompañó a su padre en la capital hasta el día de su partida a Nicaragua.
Alberto Pizango pasó su infancia colegial entre fines de los sesenta y principios del ‘80 en el centro educativo “San Gabriel de Varadero” y el CE “Aplicación de Yurimaguas” planteles hechos para los hijos de los caucheros, una especie de escuelas parroquiales. Sus estudios primarios demoraron más de una década, a causa del cambio del sistema de su comunidad generado por el ingreso de las transnacionales explotadoras.
Para realizar sus estudios secundarios, Pizango tuvo que abandonar Balsapuerto para ir al CE “Monseñor Atanasio Jáuregui” de Yurimaguas, obligado por la ausencia de este nivel educativo en su localidad. Sus correrías de adolescente escolar las hizo entre 1983 y 1987.
Visión humana
Alberto, ya con 23 años de edad en ese entonces y maestro empírico, tenía una visión más clara de lo que quería ser. La pobreza, el maltrato, el olvido y tantas otras injusticias en su pueblo alimentaron sus perspectivas de hombre indígena que era continuar con estudios superiores.
Por 1989 Pizango Chota ingresa a la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana en Iquitos a estudiar educación, carrera que lo llegó a terminar en el 1994 graduándose como especialista en Educación Intercultural Bilingüe, después de alternar sacrificadamente sus estudios con el trabajo. Años después la Universidad Nacional Mayor de San Marcos le abre sus claustros para que realizara una maestría en estudios amazónicos la cual queda suspendida por el compromiso del líder Shawi con las demandas de sus hermanos indígenas de todo el país.
La universidad le ayudó a perfeccionar no sólo sus conocimientos sino su español, dado que en su natal Balsapuerto la mayoría habla el dialecto shawi, como lo hacen en su propia lengua más de 1300 comunidades indígenas de la selva peruana.
Nace un líder
Al saber de sus avances y de su trayectoria juvenil, los Apus shawis y demás autoridades de su localidad lo convocan para ser un especialista en educación y compartir, por lo tanto, sus conocimientos con sus coterráneos y servirles además de intermediario con el mundo urbano, gracias a la virtud de ser ya un indígena bilingüe.
El liderazgo de Pizango en su comunidad y demás localidades vecinas empieza a ser notorio, tan así que a mediados de los ’90 lo eligen como presidente de la Federación de Comunidades Nativas Chayawitas. En 1999 le proponen llevar adelante las riendas de la Coordinadora Regional de Pueblos Indígenas de Alto Amazonas (CORPI San Lorenzo). Sin embargo, el actual presidente de Aidesep tenía aún una meta que lograr: llevar una maestría. Por ello condiciona la invitación de especializarse primero y luego encargarse de la organización.
Los ataques que el gobierno enfila en estos días contra él por los sucesos de Bagua no es novedad. A fines de los noventa, Pizango ya enfrentaba los sinsabores y las ingratitudes que acarrea ser un líder. “Decir la verdad es un delito”, dijo una vez al recordar aquellos tiempos en que sufrió persecución en épocas duras del fujimorismo y la subversión.
Persecución
Como palabras premonitorias de su padre, tras los ataques de sus detractores en esos tiempos, Alberto recordaba lo que le dijo una vez: “cuando uno es perseguido no debe tenerle miedo a nada si está con la verdad”.
Antes de asumir la Presidencia de AIDESEP, fue propuesto en enero del 2003 para ser dirigente de CORPI, orientando sus esfuerzos hacia la reivindicación de los territorios de cada uno de los nueve pueblos de la región.
“Nuestro territorio es casa, es mercado, es paz interior, es meditación, es escuela, es hospital y biblioteca, es amor a la familia. Es alegría de los niños, es nuestro banco donde ahorramos para el futuro de nuestros hijos, es nuestra contribución a un mundo inquietado por la ambición”, dijo alguna vez en respuesta a quienes cuestionaban la cosmovisión indígena.
Hoy en día Pizango está en tierras nicaragüenses, tal vez el hábitat tropical le sea muy familiar, pero su mirada y esperanza están en el Perú, sobre todo en las grandes demandas de sus hermanos indígenas, olvidadas durante decenios por los estados y gobiernos de turno.