OBAMA Y LA PALABRA DEVALUADA
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene una gran deuda pendiente con los derechos humanos: cerrar la cárcel de Guantánamo, que desde su nacimiento se convirtió en un centro de torturas. Aunque fue una de sus promesas de campaña que le ganaron los votos de los sectores estadounidenses contrarios a la política bélica de su país, hasta la fecha es incierto si algún día cumplirá el ofrecimiento, como muchos otros más. Como dicen: se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa.
Cuando a mediados del 2008 se inició la campaña presidencial en Estados Unidos, el candidato de los demócratas, Barack Obama, en una de sus promesas electorales dijo que entre sus metas estaba cerrar la prisión de Guantánamo, ubicada en la base militar que tienen los estadounidenses en territorio cubano. Hoy, en el año en que volverán a celebrar los comicios para el cargo más poderoso del mundo, la cárcel que es un centro de constantes violaciones a los derechos humanos, según advierte constantemente Amnistía Internacional (AI), ha cumplido diez años y sigue funcionando sin visos a que esto cambie.
La verdad es que hoy mantiene vigente el centro de torturas en Guantánamo, con esta promesa pendiente Obama dijo el 20 de enero de 2009, día en que asumió la presidencia de Estados Unidos, que cumplir con ejecutar el cierre de esta prisión sería “un desafío”. El primer desmarque de su ofrecimiento.
Definitivamente un hecho que resulta más grave aún es que lejos de cerrar Guantánamo, Barack Obama está construyendo nuevos centros de tortura como el que maneja su gobierno en Cuba, pero esta vez en zonas más lejanas y remotas, como para escapar de las críticas y cuestionamientos, aunque este tipo de hechos siempre salen a la luz.
UNA DÉCADA DE TORTURAS
Con la recepción de sus primeros presos el 11 de enero de 2002, a pocos meses del atentado contra las Dos Torres, Guantánamo ha cumplido diez años de total impunidad, por lo que esta semana AI ha dado múltiples manifiestos y mensajes pidiendo a las autoridades de Estados Unidos que ordenen el cierre de esta prisión, así como a la Comunidad Europea, para que presione a la Casa Blanca en el fin de las actividades en el centro de reclusión en Cuba.
Este llamado ha tenido eco en varios movimientos de activistas por los derechos humanos, que no han tardado en manifestarse. Por ejemplo, militantes de AI en Francia cubrieron, el martes último, con una lona naranja (el color de los uniformes que usan los presos en Guantánamo) una réplica de la Estatua de La Libertad en París, a manera de simbolismo para exigir a la Casa Blanca que cierre la prisión.
“Hace diez años que Estados Unidos se burla de los derechos humanos. Esta acción simboliza el hecho de que Estados Unidos da la espalda a la justicia, los derechos humanos, La Libertad”, declaró Geneviève Garrigos, presidenta de Amnistía Internacional Francia.
Ante la presión de AI, al jueves último la comisaria para Asuntos Interiores de la Unión Europea (UE), Cecilia Malmstrom, instó al presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a cerrar la prisión de Guantánamo. “Es una vergüenza que los presos sigan en Guantánamo sin comparecer ante el tribunal. Presidente Obama, ya es hora de cumplir lo prometido”, escribió.
Este planteamiento fue recogido también por la Comisión Interamericana de derechos humanos (CIDH) que pidió a Obama el “cierre inmediato del centro de detención de Guantánamo, al cumplirse el 10 aniversario de la llegada de primer detenido.
“El gobierno de Estados Unidos de América debe clausurar el centro de detención que opera en la base naval de Guantánamo sin más demora”, exigió la institución del sistema interamericano perteneciente a la Organización de Estados Americanos (OEA).
La CIDH sostuvo que Estados Unidos debe determinar también la legalidad de la privación de libertad de las personas allí recluidas y observar el principio de que los transferidos a otros países no sufran abusos a su integridad.
En tanto, cientos de manifestantes se pronunciaron el miércoles en Washington por el cierre definitivo del centro de detención en la base naval de Guantánamo. En un mitín frente a la Casa Blanca, numerosos oradores representantes de organizaciones de derechos humanos, líderes religiosos, militares y civiles exigieron la inmediata clausura de la prisión.
AMNISTÍA INTERNACIONAL
Operaciones de Guantánamo representan un legado tóxico
La no clausura por el gobierno estadounidense del centro de detención de Guantánamo está dejando un legado tóxico para los derechos humanos, según representantes de Amnistía Internacional.
“Guantánamo ha llegado a simbolizar 10 años de falta de respeto sistemático a los derechos humanos por Estados Unidos en su respuesta a los atentados del 11-S. El gobierno estadounidense ignoró los derechos humanos desde el primer día de detenciones en Guantánamo. Cuando comienza el undécimo año de vida del centro de detención, esta falta de respeto continúa”, declaró Rob Freer, investigador de Amnistía Internacional sobre Estados Unidos.
En su informe publicado con motivo del aniversario, titulado Guantánamo: Una década de Daños a los derechos humanos (A Decade of Damage to Human Rights), Amnistía Internacional revela el trato ilegítimo que se inflige a los detenidos de Guantánamo.
Entre los detenidos que siguen ahí en la actualidad hay personas que fueron sometidas a tortura y desaparición forzada por Estados Unidos antes de ser trasladadas a Guantánamo. La rendición de cuentas por estos crímenes de derecho internacional cometidos en un programa de detención secreta gestionado bajo la autoridad presidencial es escasa o nula. El gobierno estadounidense viene bloqueando sistemáticamente todos los intentos de los ex detenidos de obtener una reparación por estas violaciones.
En 10 años, sólo uno de los 779 detenidos de la base ha sido trasladado a Estados Unidos para ser juzgado por una corte federal ordinaria. Otros han sido sometidos a juicios injustos ante comisiones militares. En la actualidad el gobierno trata de obtener en este tipo de juicios la pena de muerte para seis de los detenidos.
OMAR KAHDR
Un menor de 15 años fue una de las víctimas
Su testimonio deja al descubierto el maltrato al que son expuestos los reclusos, aun cuando el gobierno de Estados Unidos indica que “son tratados de acuerdo con su edad y condición”. Pero Omar Khadr sólo tenía 15 años y su condición de niño y de ser humano fue dejada de lado en el momento de su detención.
En octubre del 2002 fue transferido desde territorio afgano a la Bahía de Guantánamo y allí fue sometido a terribles torturas. Le esposaron las manos y sujetaron sus pies al piso dejándolo así por varias horas mientras que oficiales norteamericanos se le acercaban sólo para burlarse.
Estuvo por más de un año en el Campo de la Bahía de Guantánamo, el de máxima seguridad reservado para reclusos de “alto valor”, y en ese lugar “no existían los días ni las noches, las luces estaban encendidas las 24 horas, si alguien intentaba cubrirlas con sus ropas era severamente castigado”.
Además de las palizas y los interrogatorios, constantemente era amenazado con ser trasladado a Afganistán, donde la tortura acabaría con su vida. También lo amenazaban con ser violado por un soldado egipcio, conocido como “El Número Nueve”.
En julio del 2005, tras llevar a cabo una huelga de hambre junto con otros 200 detenidos, pudo ser evaluado por psiquiatras independientes que corroboraron los efectos traumáticos de la tortura. El gobierno de EE.UU. lo considera combatiente de Al Qaeda y lo califica como un “combatiente enemigo”.